Capítulo 48. Reflexiones.

Hola familia, como veis estoy de nuevo ante la computadora. No sé pero estos días siento la necesidad de escribir. Supongo que es por mi estado de ánimos, que deja bastante que desear.

A raíz de mi último blog, una buena amiga me comentó que me notaba triste. No es tristeza lo que siento, sino soledad, que es más amarga. No una soledad porque realmente esté sólo, porque es falso, no lo estoy. No una soledad por no sentirme amado y querido, porque también siento ese calor. Me siento sólo de pensamientos, sólo de ideales, sólo de forma de ver las cosas.

En estos más de seis años que llevo acá, en Honduras, he ido descubriendo a personas que me hacían sentir realmente bien con lo que he estado haciendo y pensando todos estos años pero, los que veía, ya se fueron y a los que quedaron, ya no los veo. No se trata realmente de lo que hago o estoy haciendo con mi vida, porque ahí están Dania, Santi, Andrea y muchos más, más los que hay allá. Se trata de los sentimientos y pensamientos más profundos, de las percepciones, de las inquietudes, de los sentimientos que llevo más adentro. Por otra parte es obvio que cada uno somos diferentes y es difícil o imposible encontrar a alguien que tenga esto mismo como lo tiene uno, pero aun sabiendo esto, no puedo dejar de percibir esta angustia, o soledad, o como quiera que se pueda llamar a esta sensación.

Supongo que no se trata sólo de esto sino que es una mezcla de sentimientos: los problemas económicos, el estar ahora mismo sin hacer nada los días de semana esperando la respuesta de mis papeles en la Secretaría de Educación, el encontrarme un poco desubicado entre estar y no estar en nuestro centro educativo, o en la comunidad donde vivimos. En fin un cúmulo de cosas que me aletargan y me hacen sentir de esta forma tan rara.

En fin, sigo analizando y analizándome en busca de una respuesta, en busca de la verdad, en busca de mi sueño. Simplemente me sentía así y he querido compartirlo con vosotros.

Mirad, al decir esto de la búsqueda de la verdad, he recordado algo que también me gustaría compartir:

Hace unos días, he vuelto a empezar a leer el libro de J.J. Benítez, Caballo de Troya, libro que ya perdí el número de veces que me he leído. Gracias a mi tía Milagros, encontré en este libro muchas respuestas para mi propia vida. Y al releerlo incluso he descubierto que más de las que creía. Para los que no lo sepan, trata de un viaje en el tiempo que hacen unos científicos a la época de Jesucristo. Aunque es una novela, mucha de la información que contiene está sacada e investigada en fuentes muy serias como la Biblia, el Corán y un sin fin de libros de ese estilo. Parece a simple oída un libro aburrido, pero os animo a los que no lo hayáis hecho, que empecéis a leerlo. Es apasionante de verdad. Parece que Benítez me da algo por la publicidad pero no es así eh.

En fin el caso, yendo al grano, es que en este libro hay multitud de mensajes y teorías sobre la vida misma, pero sobre todo uno de ellos es el que me llamó siempre la atención y es el que realmente quiero compartir y me gustaría que reflexionarais sobre ello.

Viene a decir que Jesucristo nunca quiso crear una iglesia tal y como la conocemos hoy, cosa que ya encierra una enorme polémica con católicos, evangélicos y todas las religiones creo yo. Él no quería ni normas, ni iglesias, ni nada por el estilo, lo principal que quería decir es que nuestras vidas se fundamentan más que en nada, más que en cualquier otra cosa, en el AMOR. En amarnos todos unos a otros, en que nuestros actos, fueran los que fueran, siempre viniesen impregnados de AMOR. Obviamente en el libro se explica esta esencia mucho mejor de lo que yo lo hago, pero en definitiva es eso.

Es algo que creo firmemente, que me marcó en su día y creo que lo que hago hoy o lo que intento hacer, viene en parte condicionado por aquella lectura, de aquel libro. Aunque todavía falta mucho, mucho, mucho, muchísimo para que esto pase, creo que hasta que no nos demos cuenta de esta verdad en todo el mundo, el mundo no empezará a cambiar realmente.

Bueno ahí queda eso, ya me desahogué un poquito y os aburrí demasiado, así que me despido no sin antes deciros mi coletilla habitual que aunque coletilla, siempre sale de lo más profundo de mi corazón: OS QUIERO Y NO OS OLVIDO.

Mi perlita:

No es más listo el que más piensa.

No es más sabio el que más sabe.

No es más grande el que más alto mira.

No es más digno el que más tiene.

No es más poderoso el que tiene más poder.

Lo que sí parece, es que siempre será más ETERNO, el que más AME.